Pero cuando llegó a la cima, una espesa nube de niebla ocultaba la belleza que esperaba encontrar.
Bajó desilusionado y poco a poco paseando por las calles, senderos que su vida le iba mostrando se dio cuenta que no hacía falta subir a lo más alto de la montaña para verlo todo, que las cosas que no vemos puede que no la veamos por avariciosos y por querer verlo todo.
Lo mejor, es ir descubriendo los pequeños detalles de la vida.
Son tiempos difíciles para los soñadores
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